miércoles, 19 de noviembre de 2014

Genocidio mundial en marcha (III) Por: Hindu Anderi


Hindu Anderi
Limpieza étnica y transgénicos
Hasta 2007 los informes de las organizaciones dedicadas al estudio de la situación de los africanos afirmaba que entre 800 y 900 niños morían diariamente por no tener acceso a la salud pública, para prevenir o sanarse de enfermedades que en cualquier sociedad son fácilmente controlables como diarrea, sarampión, malaria o neumonía.
En el 2012, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), denunció que en el mundo 19 mil niños mueren diariamente -unos 7 millones de niños y niñas al año- de los cuales, la tercera parte fallecen por desnutrición. Nos preguntamos, ¿Cuántas familias en 50 años habrían formado esta cantidad de niños y niñas que hoy son condenados a muerte?
Aunque la situación de África es calificada por las instancias internacionales, como de “catástrofe”,  la solución para erradicar el hambre mundial que ofrecen algunas corporaciones agroquímicas transnacionales como Monsanto y Bayer entre otras, es el control de la agricultura mundial, especialmente del maíz, promoviendo las semillas transgénicas o en otros casos, la figura de la certificación o patentes sobre las semillas.
La Monsanto, compañía fundada en 1901, líder de las empresas químicas del siglo pasado y éste, encabeza el campo de la Biotecnología. Es propietaria de la mayor parte de los organismos transgénicos, como el Agente Naranja, utilizado en contra de la población de Vietnam durante la guerra,   el Aspartame,  veneno que cuando es ingerido por el cuerpo humano causa desde migrañas, perdida de la visión, síntomas similares al lupus, esclerosis múltiple el Mal de Parkinson y otros más; hormonas para el crecimiento bovino, así como el herbicida Roundup, el más tóxico para el ADN humano, según investigaciones y del cual se producen actualmente millones de toneladas.
Recientemente más de 800 científicos de 82 países publicaron una carta que enviaron firmada a todos los gobiernos del planeta, con el fin de llamar su atención para que prohíban los cultivos transgénicos y productos derivados, tanto en el comercio como en pruebas por un período no menor de 5 años.
"Patentes sobre organismos vivos, los procesos, las semillas, las líneas de células y genes deben ser revocadas y prohibidas; y se exige una investigación pública exhaustiva sobre el futuro de la agricultura y la seguridad alimentaria para todos”, reza la carta en la cual explican que las patentes sobre formas y procesos vivos atentan contra el planeta, amenazando la seguridad alimentaria.
Entre los argumentos esgrimidos en la densa y detallada carta, señalan que los transgénicos violan los derechos humanos, el bienestar de los animales y promueven la biopiratería respecto del conocimiento indígena. Que además el aumento en el uso de herbicidas, está dañando la agricultura familiar, cuyo éxito se experimenta actualmente en por lo menos 12 millones de hectáreas en todo el mundo; empujando a las familias y pequeños agricultores a la miseria, y en cambio dándole fuerza a los monopolios. Lo cual pone en riesgo la soberanía y seguridad alimentarias, así como la como la salud de todos los pueblos.
La primera amenazada es la madre África, que la Monsanto insiste en  “alimentar” con su veneno, mientras es acabado también por extrañas enfermedades y virus que como cosa mágica, aparecen entre su pueblo, como si ellos las produjeras, según se han encargado de afirmar los medios de comunicación, aunque la realidad sea diferente y provenga de laboratorios en los Estados Unidos.
Pero las advertencias de que los transgénicos pueden producir males mayores a la especie humana, asesinándola con enfermedades como el cáncer, son por supuesto  desacreditadas por la industria internacional de biotecnología. 

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